Subsueño (Ayleen)

Lo último que sentiste fue el agudo dolor sobre la nuca, luego el eterno frío de la nieve y ver la sangre hundirse en ella, tan profundamente, como un eco invisible y perpetuo.
No sientes el cuerpo, no sientes nada, por minutos te pierdes, desapareces.

Entonces sientes un ruido, un extraño ruido como el de una locomotora aproximándose, haciéndote abrir los ojos.
Estas sentada en una silla adentro de un aula. Frente a ti un pizarron de tiza, estas sola y entra poca luz por las ventanas.

Cuán extraño era aquel lugar. Más aún para alguien que nunca había visitado una escuela, ya que Samuel le había enseñado lo básico como leer o escribir y las cuentas. Sin embargo, no sabía por qué, aquel sitio misterioso se le hacía familiar en algún punto. Quizá la conciencia colectiva de los niños del mudno habían convertido las escuelas del mundo en algo que iba más allá de lo tanginble.

Estaba empezando a desvariar.

Afortunadamente, la muchacha no sentía aquel temor promordial de los pequeños a moverse del asiento cuando estaban solos en la clase, dando la impresión de estar castigada por algún motivo.

Miró con curiosidad a esas opacas ventanas y fue hacia ellas con la firme intención de lograr un poco más de luz allí dentro.

Por la ventana se veía un panorama opaco, el cielo tan rojizo como al salir del refugio del gimnasio, tenebroso, como desde aquel día infernal que la pesadilla cayo del cielo, cubriendo con un manto gris de desesperanza.

El patio frontal de escuela adveraba algunos juegos oxidados que se mecían con el viento, también se oían risas de niños jugando por el lugar, los cuales parecían estar allí aún cuándo sus cuerpos no se manifestaban.

De pronto en la lejanía de aquel paisaje sepia, la figura de una pequeña niña aparecio en la calle acercandose al porton cerrado, sujeto sus manos a los barrotes observando con cierta melancolía hacia el interior, para finalmente detener su mirada en Ayleen.

La muchacha escrutaba a través de los viejos cristales, apartando las cortinas raidas, en busca de alguna otra presencia en aquel lugar, pero la única muestra del compañía se la devolvió el viento, y no la vista, parecían unas risas, pero, ¿de dónde venian si no había nadie?

Pensó que tal vez había calculado mal y que los niños debían estar más lejos, sin embargo, cuando observó a la niña que la miraba desde detrás de los barrotes aquellas risas parecieron perder importancia, sólo se concentró en la muchacha, y con una mano la saludó, acompañando el gesto con una alegre y dulce sonrisa, pensando si tal vez la habría visto antes.

Algo en la niña te resulta familiar, no sabes que es exactamente, es una sensación que da algo de escalofrios.
Ella te observa directo a los ojos como envolviéndolo todo, no te responde el saludo pero sabes que vio tu gesto por que sonríe, de pronto detrás de la niña, una mano aparece arrastrándola a la oscuridad, un grito agudo se escucha haciendo volar las palomas del jardín, las voces de los niños desaparecen y quedas completamente sola.

¡No!- Aileen gritó asustada. No podía permitir que se llevaran a la muchacha, de modo que se lanzó hacia la puerta de aquella aula extraña y trató de salir, buscando el camino hacia el patio para ayudar a la pequeña.

La joven comienza a correr por los pasillos cruzando puertas y puertas, pero estos parecen dilatarse y encogerse como una respiración agitada de un ser durmiente.
El eco del grito de la niña retumba por todo el lugar de forma desesperada, hasta finalmente llegar al umbral correcto donde salir al patio de la escuela.

La muchacha jadeaba por el esfuerzo. Realmente había tenido que hacer más de una carrera delante de guardas, pero aquella situación era diferente, entonces no tenía tanto miedo como ahora. Miedo por ella misma... y por la niña que había visto llevarse a aquel brazo terrible.

El patio se le antojó muy grande, más de lo que debebiera, y pese a que ya había recuperado el aliento, quiso ir más despacio, abrazando su cuerpo en una innata postura defensiva. Miraba el portón, pero no descuidaba sus espaldas.

Al llegar al enorme portón de entrada algo extraño sucede y es que de pronto estas afuera de la escuela, mirando hacia el patio donde otros niños juegan alegremente.
El cambio es confuso pero tan rápido que desconcierta los sentidos.

El edificio grisáceo se eleva mas allá del exterior, todas las luces de las ventanas están apagadas, salvo en una, la de aquella aula en la que apareciste. En la ventana se nota una silueta de un adulto, su sola presencia te da pánico, no logras verle el rostro.

De pronto de la nada, sientes como algo te toma por la espalda, jalandote al igual que hizo con la niña, no alcanzas a reaccionar a tiempo como para evitarlo, aunque si puedes atacarlo.

La muchacha quiso frenanr de golpe cuando se dio cuenta de que no estaba en el espacio en el que debería estar. Aquello era muy desconcertante, pero no iba a dejar que la distrajera, había ido allí con un próposito: encontrar a la muchacha. Sin embargo, cuando se iba a dar la vuelta para seguir el rastro, aquel hombre en la ventana la hizo estremecerse, justo a tiempo para que ella se despistase y el agresor le diera un susto de muerte.

Pero estaba decidida: no se dejaría coger sin oponer resistencia.

Pelea + Destreza: 4 dados.

El miembro 'Aileen' ha efectuado la acción siguiente: Lanzar dados

'Dado 10' : 2, 5, 5, 2

Ayleen lanzó golpes al aire, sin evitar que el agresor intentara llevársela, hasta que de pronto una bofetada le llego de improviso.

-No puedes ir a la escuela Aileen!!-

dijo al finalmente la voz, quien se agacho para estar a tu altura.

-Nosotros somos de la calle, ¿lo entiendes?-

Aquella masa extraña ahora tenia forma, tenia un rostro demasiado familiar, era Samuel.

-pero no tengas miedo, yo te enseñaré lo que necesites aprender, no los necesitamos ni a ellos ni a la Unión, nunca lo olvides...solo nos tenemos el uno al otro-

termino de decir enderezándose, se veía mucho mas joven de lo que estaba al morir, aún así la expresión en su rostro no cambiaba, parecía distante y frío, no solo eso, tenia odio en los ojos, no contra Ayleen, sino contra los demas.

Pero tú... tú... No, esto no está bien. Algo está estropeado aquí...- Dijo con la voz convertida en un susurró.- Tú... yo te vi, estabas malherido... no, no... no estabas malherido, estabas muerto, el coche... el coche te llevó por delante después de terremoto, no fue culpa de aquel hombre, fue el terremoto.- Aileen creía en todo lo que Samuel le decía, era verdad: no podían confiar en nadie, pero sin embargo, a ella las personas se le antojaban buenas en el fondo. La Unión era diferente. Pero, ¿aquello? Cierto, eran las palabras de Samuel, pero aquel no podía ser Samuel, a él ya lo había perdido.

-Aileen escúchame...debes alejarte de todos...solo estamos los dos, y yo siempre estaré contigo. Ellos no, solo te acompañan por ahora, pero te traicionaran, no confíes, no confíes en nadie-repitió preocupado cogiendo las manos de la joven.
-debes conseguirte un arma, que ellos no lo sepan, que quede entre nosotros...tienes que aprender a defenderte, ocupa lo que te he enseñado y estarás bien...-agregó mirando hacia todos lados, ya no se veía la escuela solo era una infinita calle.
-tienes hambre verdad?, coge algo de comida para nosotros, nadie lo notará-susurro.

Pero es que Samuel... Ellos son desconocidos, pero hay buenas personas. Ana quiere ayudar a todo el mundo con sus Brigadas... y el señor Lucas es muy serio, y a veces da un poco de miedo, pero no es mala persona, se preocupaba por la niña perdida.

Y por supuesto está Lalo. Tú le conocías, es tu amigo, Lalo, apareció de pronto en un callejó cuando la Unión vino a llevarnos, se ha portado muy bien conmigo. Y me ayudó a encontrar a Carpet, ¿te acuerdas de ellos?- Preguntó Aileen esperanzada, intentado que su hermano comprendiera su postura.

Si me llevo comida, lo acabarán notando. No es cómo cuando nos la llevábamos de las casas abandonadas. Ellos la necesitan también, Samuel, si la robo, alguien que la necesita más podría morir de hambre. Pero no te preocupes, seguro que al final de esa calle está el gimnasio, hablaré con Ana, no tienes ni que entrar, ella te dará comida, seguro.- Sonrió.

-Sólo me acuerdo de ti Ayleen-
exclamo mirando sus manos la que comenzaron a mancharse de sangre.
-¿que importan los demás?, sólo somos tu y yo en este mundo, siempre ha sido así, ¿cuanta personas crees que tuve que lastimar para criarte?...incluyendo a nuestros padres...eh Ayleen-dijo con una sonrisa triste.

¿Nuestros padres? Nunca me dijiste nada de ellos, sólo que no importaban, ¿qué pasaba con ellos? Eran malas personas, eso me dijiste siempre...- La muchacha empezaba a tener los ojos anegados en lágrimas, no comprendía todo aquello.

-¿Y que significa ser mala persona?, ¿que crees que es la maldad?-

pregunto Samuel. A tiempo que comienzas a sentir un espantoso frío que comienza a colarse por tu cuerpo.

Pues... pues... Es gente que no trata bien a los demás. No digo a todo el mundo, pero sí a aquellos que son queridos para él, o que se han portado bien con él. Si yo traicionase a Lalo, cogiendo comida, sería una mala persona...- Dijo a trompicones.

-Siempre has sido demasiado ingenua Ayleen, tan inocente...tengo miedo de tu suerte en la hora de la prueba...-

señaló serio perdiendo la mirada en los delgados copos de nieves que comenzaron a caer.

-somos seres humanos, somos animales, tenemos el instinto de sobrevivir, ¿quién podría culparte de eso?, los débiles están destinados a morir-

Pero hermano... es posible que yo pertenezca a aquellos que quizá no estén destinados a sobrevivir. No quiero hacerlo por encima de los demás. ¿De qué me serviría vivir con ese peso sobre la conciencia?

Además, ¿de qué prueba hablas?- Preguntaba, más triste que curiosa.

El hombre sonrío.
-¿Eres capaz de aceptar la muerte de forma tan liviana?, acaso has pensado seriamente en la posibilidad de morir?, ¿acaso no temes a la muerte?, al día en que simplemente dejes de existir-preguntó levantándose mirando fríamente a su hermana.
-creo...que no te dejado sentir nunca dolor, por eso dices estas estupideces Ayleen-agregó.
-Esta bien, si prefieres morir entonces te llevaré conmigo...al abismo-

Aileen se echó instintivamente hacia atrás, aquellas palaras sonaban demasido serias.- No te confundas, Samuel, he tenido ocasión de sentir el dolor, pero ellos no me dejarán morir, estaremos juntos porque es la mejor forma de sobrevivir al hambre y a la pena, solos ya no se va a ningún sitio. Son personas como nosotros, no son de la Unión.

¿Es que no te acuerdas de Lalo?- Preguntó, aún manteniendo la distancia de segurirdad.

-Ya te dije...que no recuerdo a nadie excdepto a ti-
La imagen de Samuel no era el que la muchacha conocia, era un hombre delgado, de rostro cansado y melancolico, destruido tanto en cuerpo como en alma.

Se acerco a la muchcha para agarrarla por el cuello con firmeza.

Spoiler:

Samuel me haces daño...- Mrumuró con un hilo de voz por la sorpresa y por el daño del ataque.

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