El cuerpo siguió tendido e inerte, la trayectoria de la bala había desfigurado gran parte del rostro del vago, y parte de su cerebro caía por el otro extremo, la niebla siguió engruesándose provocandole nauseas a Lucas, entonces cerro los ojos y al abrirlos el escenario había cambiado.
Lalo seguía muerto, vestía con sus ropas, no había cigarro pero en su mano ya no sostenía el arma, sino una cerveza fría y espumeante.