[Museo metropolitano] Rey Manu [privado]

Luego de simular sus muertes, el público aplaudió riendo alegremente, el rey también parecía complacido.
Los guardias reales bajaron enseguida para escoltarlos a punta de lanza nuevamente de regreso al interior de la pirámide, allí pudieron secarse y vestirse con túnicas blancas, esta vez eran tratados con amabilidad.
Una comitiva de bellas mujeres los condujeron por las escaleras hacia la sala del Gran Manu, esta vez hacia un enorme comedor de lujo, donde una mesa alargada con asientos parecía estar dispuesta para ellos.
Mas arriba en una especie de tarima, otra mesa de mantel burdeo miraba hacia ellos, en él tres sillas.
Alli se encontraba sentado el Rey, a su lado Matias, y al otro la mujer de rojo.

Al entrar una de las mujeres señaló delicadamente con sus manos los lugares de cada uno.
-por favor, tomen asiento...-murmuró, a tiempo que varios dementes vestidos como sirvientes de antaño entraban con bandejas de comida. Carne asada con frutas, y vino, también había pan.
-Su obra fue un asco...-exclamó Matias con mirada altanera, a tiempo que el rey Takeo reia.
-Pues pequeño Orum, a mi me encantó...sencillamente con tanta pobreza, miseria y hambre, hace mucho no la pasaba tan bien hahahahaha-contestó divertido.
-Creo que hay sabiduría en las palabras del príncipe-acotó la mujer mirando malhumorada a los prisioneros.
-El pueblo lo disfruto y por ello, me complace decirles que su regalo fue bien recibido hahahaha-termino de decir el anciano mas vagabundo que rey.

Spoiler:

Los ojos de Aileen se encendieron de alegría al escuchar aquellas palabras, ¿eran libres? Parecía que el Rey así lo había dispuesto, pero la mujer de rojo y el pequeño Matías querían tirar en su contra. ¿Por qué haría el niño algo así? No dijo nada, temía que cualquiera de sus palabras pudieran ser contraproducentes para ellos.

La muchacha se veía escuálida con aquella túnica blanca, pero parecía solucionar aquello dando buena cuenta de la comida preparada, aunque, por lo que pudiera ser, evitó la carne.

el sacerdote, intrigado por aquella mujer y la maldad del niño. pero se iso el loco, comió la comida con delicadeza y espero el momento para hacer un brindis y dijo en vos muy educada.


- brindo por el gran rey manu, que ha recibido este regalo de estos humildes viajeros. larga vida al gran rey!! salud!!

-Oh muchas gracias, ¿Cuales son sus nombres?-exclamó el viejo al ver que todos parecían haber enmudecido, levantó su copa de oro para que uno de los sirvientes le diera mas vino y hacer el brindis.
Matias comía con normalidad, cada cierto tanto tocia profusamente tapándose la boca.
-Yo?, mi nombre es...Eva-contestó afónica con un hilo de voz.
Raul, quien ya no estaba personificado como perro y tenia de regreso sus lentes, bebió y comió con tranquilidad, miró a la mujer de rojo seriamente.
-¿Por que no quemaron el cuerpo?, pensé que el sacrificio consistía en desangrar y quemar-comentó ácido, casi una estupidez ahora que el rey parecía de tan buen humor.
-eso es porque nos comemos la carne, si se quema se desperdiciaría-contestó la mujer para sonreir con sarcasmo.
-pero descuida, esta carne es de caballo...no te atragantes-dijo, ella no había tocado bocado.
-Pense que eran un pueblo religioso solo eso-agrego disgustado, el ambiente era tenso. Pero erl rey no parecia notarlo, algo preocupado dio unas palmadas a la espalda del niño.
-estas bien Orum?-preguntó acariciando su cabeza.
-Si, si...no es nada dejame-respondió Matias limpiando un delgado hilo de sangre ennegrecida que habia salido por su nariz.

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Mi nombre es Jones -Dijo James tomando una cena bastante frugal y tratando de percatarse de todos los detalles de la habitación, lanzando ocasionles miradas penetrantes a la mujer de rojo.

el sacerdote después del brindis observo la situación.

- mi nombre es Martin. (miro a Matias, y algo preocupado.) gran rey, el joven príncipe no se ve muy bien de salud, disculpe que me entrometa. debería hacer que lo resisasen.... (cociente que el niño estaba enfermo desde antes...)

-Mucho gusto, Eva, Jones y Martin-exclamó alegre y festivo el anciano, quien bebió nuevamente y espero que le sirvieran mas vino.
-Ah, ah...si nuestra sacerdotisa se encarga de espantar los "males" de la familia y el pueblo, es una mujer poderosa ha ha ha-señaló al sacerdote sin cuidado, obviamente con males se refería a "enfermedades".
-ya estoy bien, que aburridos todos-reclamó el niño cruzándose de brazos.
La mujer de rojo sonrío tenuemente mirando al pequeño.
-Príncipe Orum, creo que es tarde deberías ya ir a la cama, ademas debemos hacer el ritual de sanación-exclamó delicada la mujer.
-no, quiero ver a los bufones matarse-murmuró enojado.

El rey asintió moviendo su mano derecha.
-Si, si...vayan con mi bendición, nos vemos mañana-señaló para seguir engullendo la carne, la tomaba con la mano y se limpiaba en el mantel, omisión total de etiqueta.

-Buenas noches, felicidades...no están muertos-dijo mordaz la sacerdotisa levantándose de la mesa para caminar hasta el respaldo de Matias, allí bajo sus manos juntandolas en el pecho del pequeño, se agacho dejando caer su lacio cabello hacia adelante, mientras pareció susurrar algo en el oido del niño, este abrio levemente sus ojos, antes de caer desmayado.
La mujer no lo soltó, evitando que golpeara la frente contra el plato de comida, los sirvientes se acercaron ceremoniosos a cargar el niño y llevarselo, ella los siguió.

El rey no parecio prestar atención a lo ocurrido, se chupo los dedos mirando al grupo alegre.
-Y hacia donde viajaran?-preguntó entusiasmado bebiendo mas vino.

-Yo soy Aileen.- Saludó la tímida muchacha levantando la mano, mientras con la otra sujetaba una fruta, el único plato que probaba. Miró preocupada al niño antes de irse, pero no añadió nada, ni sobre Matías, a quien sonrió al irse, ni sobre su destino, pues no lo conocía.

Seguiremos nuestro camino al Sur alteza -DIjo James.

Luego tomo un sorbo y siguio masticando en silencio

el sacerdote, siguió comiendo en silencio y educada mente, sin buscar ofender a nadie. siempre observando de reojo al rey y a los que estaban en la habitación, expectante del teatro que se estaba librando.

-bueno y, piensan irse esta noche o mañana-agregó el rey terminando de cenar, luego de unos eructos.
-Ah...Sus cosas, he preparado sus cosas para el viaje, tambien comida extra y agua, si gustan ha ha ha-señaló divertido.

-Es usted muy amable, Rey Manu...- Aseguró la chica levantando la mirada de la mesa sólo lo imprescindible para cumplir con una mínima cortesía.

James se puso crtesemente de pie e hizo una gran reverencia -Creo que hemos abusado mucho de la amabilidad de su alteza, asi que partiremos cuanto antes si su majestad lo permite.- El escritor permanecio de pie y miro a sus compañeros para que tb ellos se levantaran.

-Bien...-contesto el rey agradecido levantándose ceremonioso.
-son libre de marcharse, por favor escoltenlos a la salida con cuidado-señaló a los sirvientes, quienes se acercaron al cura para entregarle las cosas que le habían sido arrebatadas, al resto le dieron paquetes de comida y agua, como para una semana.
Raul y Eva se pusieron de pie, la enfermera se notaba cansada y ni la voz le salia, Raul estaba serio y apesumbrado, la pesadilla terminaba ahora.
Con los paquetes en las manos fueron escoltados hasta fuera del salon, bajaron por las escaleras junto a dos guardias cuando lo impredecible ante sus ojos.
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